LA ANARQUÍA MILITAR


 Por : César Huertas

Los historiadores peruanos denominan anarquía militar el período histórico comprendido entre 1841 y 1845. A la muerte del Mariscal Gamarra en Ingavi (Bolivia) había 9 caudillos pretendientes a la presidencia, era un caos políticos, 5 lograron su objetivo en 33 meses, hasta la elección de Ramón Castilla en 1945. Siempre ha habido en nuestro país ambiciones presidenciales, en muchos casos para lograr poder y riqueza.

Tal como se narró en el post anterior, Manuel Menéndez, presidente del Consejo de Estado, asumió la presidencia del Perú en noviembre de 1841, enfrentando la guerra contra la invasión boliviana, hasta firmar la paz. Terminado el asunto con Bolivia, convocó a elecciones, toda vez que él era presidente interino.

Como contexto, es necesario mencionar que detrás del esfuerzo de la guerra con Bolivia había todo un trasfondo de apetitos personales por el poder. La Fuente[1] era el jefe del Ejército, quien no tenía ascendencia sobre los demás jefes militares, es así como el general San Román en Puno no le obedecía, Castilla[2] en Tacna también se le oponía. Vivanco, que inicialmente había apoyado a Vidal, se mantuvo en silencio en Arequipa, esperando su momento.

A la sazón había dos candidatos que ambicionaban el poder, el general La Fuente, jefe del ejército y el general Crisóstomo Torrico, Jefe del ejército del norte[3], quien fue apoyado, inicialmente, por el mismo Menéndez hasta agosto de 1842, fecha en que Torrico[4] dio un golpe de Estado, sin embargo, el ejército del sur reconocía al general Francisco de Vidal[5], toda vez que este general era el segundo vicepresidente[6] del Consejo de Estado.

Las fuerzas de ambos rivales, Torrico y Vidal se enfrentaron en la batalla de Agua Santa, cerca de Pisco, el 17 de octubre de 1842. Torrico fue completamente derrotado y tuvo que emigrar nuevamente hacia Chile. Allí conspiró contra Vidal primero y contra el subsiguiente régimen del general Manuel Ignacio de Vivanco.

El general Vidal, asumió la presidencia del Perú el 20 de octubre, debido a las excusas del presidente (Menéndez) y del primer vicepresidente del Consejo de Estado (Justo Figuerola). Ambos rechazaron ocupar la presidencia.

Vidal desempeñó su alto cargo con probidad y desinterés. Le acompañaron como colaboradores Benito Laso, Antonio Gutiérrez de la Fuente y Francisco Javier Mariátegui. Hizo cuanto estuvo a su alcance por remediar los males de la administración pública. Logró que disminuyera la deuda contraída por el estado y que gravara sobre las aduanas; también merece citarse su esfuerzo por mejorar la educación de la juventud. 

En el sur, Vivanco, que esperaba su minuto de gloria, inició una revuelta en Arequipa, dicho sea de paso se había ganado el respaldo y lealtad de su población. Vidal no deseaba una guerra civil por lo que prefirió declinar su mando presidencial en Justo Figuerola[7], quien esta vez aceptó el mandato (15 de marzo de 1843), y al día siguiente se presentó en palacio, en donde Vidal le hizo entrega de la banda presidencial.

El mandato de Figuerola solo duró 4 días del 15 al 19 de marzo, puesto que la revuelta de Vivanco que se inició en Arequipa había llegado  también a Lima. A Figuerola, en la noche del 19, le fueron avisar a su domicilio que fuerzas rebeldes, que auspiciaban a Vivanco, habían tomado palacio, Figuerola, con sus achaques y no queriendo tener problemas, mando arrojar la banda presidencial por su balcón. Así lo relata Ricardo Palma en una de sus tradiciones: “Tirar la banda por el balcón”.

Manuel Ignacio de Vivanco, instaló su gobierno el 7 de abril de 1843 y, pretendiendo consolidar su autoridad, poco a poco le fue imprimiendo un tinte excesivamente personalista, llegando a extremos tales como la imposición a civiles y militares de un juramento de fidelidad a su persona, la creación de una tarjeta de plata, cuyos poseedores eran los únicos que tenían acceso al despacho presidencial, la suscripción de numerosas órdenes de destierro y de decretos amenazantes contra los infractores de la ley. En realidad, era un Dictador (como lo han sido muchos presidentes).

No duró mucho tiempo que también le hicieran una revuelta a Vivanco, esta vez de carácter constitucional, porque querían devolver la presidencia a Menéndez, rebelión encabezada por Castilla y Nieto en Moquegua y Tacna. Vivanco[8] fue derrotado en la batalla de Carmen Alto, cerca del pueblo del mismo nombre en Arequipa, el 22 de julio de 1844, y una vez más, al igual que otros personajes, se exiliaría en Chile[9]. Castilla restableció el gobierno interino de Manuel Menéndez.

La tarea más importante del gobierno de Menéndez fue la realización de las elecciones para presidente de la República, senadores y diputados (por entonces las elecciones eran indirectas, por medio de colegios electorales). El favor popular en esos momentos era para el general Ramón Castilla. Domingo Elías [10] también había presentado su candidatura, en representación de los civiles. Castilla obtuvo un triunfo categórico. El Congreso se instaló el 16 de abril de 1845, bajo la presidencia de Manuel Cuadros Loayza, y luego de revisar las actas de los colegios electorales, proclamó como vencedor a Castilla (19 de abril de 1845). En contraposición a la habitual costumbre de premiar y condecorar a su ejército, Castilla mencionó en su discurso de orden que era labor del ejército restablecer el orden constitucional. (Vargas, 1971 p. 14)

Tanto Basadre como Vargas Ugarte mencionan que Castilla llegó al gobierno en su plena madurez y con conocimiento de los militares que lo rodeaban, de los políticos, de los países limítrofes, etc. Por lo que era un hombre realista no imaginativo ni iluso.

Termina así el período de inestabilidad política en el Perú que se produjo a la muerte de Gamarra en Ingavi. Con Castilla se inició un periodo político de estabilidad y prosperidad con la explotación y exportación del guano de las islas, que aumentaron notablemente la renta fiscal.

 



[1] Por decir lo menos, fue un hombre muy controversial. Hasta donde se conoce nunca peleo en ninguna batalla ni en la Independencia ni en las guerras civiles. Su única contienda fue con la "Mariscala" Francisca Zubiaga F. Estando Gamarra de presidente del Perú partió hacia Bolivia en 1831, por un conato, dejó encargada la presidencia al general La Fuente, quién era vicepresidente; enterada la “Mariscala” que la Fuente quería traicionar a Gamarra, armó tropas y lo correteo por los techos de Lima, por lo que tuvo que emigrar a Chile

[2] Después de la derrota de Ingavi, Castilla fue preso por Ballivián y sujeto a maltratos, posteriormente a su liberación regresaría a Tacna

[3] Menéndez había nombrado a Torrico en ese puesto. Se formó este ejército en el norte porque el general Flores, venezolano, 3 veces presidente de Ecuador nos estaba haciendo problemas territoriales, que no se llegó a ejecutar.

[4] Torrico fue un militar que participó durante las campañas de la independencia. Más adelante cambiaba su lealtad de acuerdo con su conveniencia, Gamarra lo había desterrado a Chile. Estuvo al acecho del poder al morir Gamarra en Ingavi.

[5] Vidal, fue un militar ejemplar al igual que Nieto. Se le conoce como “el primer soldado peruano”, se alistó muy joven en Supe para formar parte de la infantería de marina de Lord Cochrane y tuvo una actuación destacada en la toma de Valdivia en Chile. Durante la Independencia comandaba las montoneras y guerrillas que rodeaban Lima.

[6] El primer vicepresidente del Consejo de Estado era el abogado Justo Figuerola, de destacada labor durante los primeros años de la república, quien por su estado de salud no deseaba asumir dicha responsabilidad

[7] Notable abogado que fue protagonista en el 1er Congreso de la República y este cargo lo recibió ya con avanzada edad.

[8] Castilla lo llamaba despectivamente el cadete a Vivanco, por su vestimenta entorchada adornada con plumas.

[9] Vivanco, siempre conspirador, ya se había rebelado contra Gamarra en 1841, en Arequipa. Castilla, siendo ministro de Guerra de Gamarra lo combatió, con una derrota y una victoria. A Vivanco lo veremos en otros pasajes de la historia.

[10] Antes que Castilla ingresara a Lima hubo un amago de revuelta en Lima por parte de Domingo Elías quien quería unir sus fuerzas con las de Rufino Echenique, éste se negó, respaldando a Castilla. 


BIBLIOGRAFÍA:

BASADRE, Jorge (2005) Historia de la República del Perú. Tomo III. Editorial El Comercio

VARGAS UGARTE, Rubén (1971). Historia General del Perú. Tomo IX. Milla Bartres.

Comentarios

  1. No es extraño que con ese legado, antes de Mariscal Castilla, ahora estemos muchos ignorantes pretendiendo postular a la presidencia.

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  2. Gracias por tu comentario Alejandro, así es. En mis escritos trato de reflejar lo que paso anteriormente en la actualidad, en otras palabras somos producto de nuestros antecesores.

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