LA VICTORIA DE TARAPACÁ

Quedó pendiente en mi post anterior que el final de la batalla de San Francisco no fue claro ¿por qué se retiraron las tropas peruanas que no habían intervenido en el combate de San Francisco y ¿por qué se fueron a Tarapacá?

Ahora tengo más claro sobre el desconcierto y confusión que hubo en San Francisco. Pese a que estaba previsto el inicio del ataque aliado al día siguiente, 20 de noviembre, éste se comenzó mediante una avanzada de reconocimiento de un ala aliada sobre las laderas del cerro. A los infortunados disparos, no ordenados, de un boliviano (para algunos previstos), contestó la artillería del mayor chileno Salvo y se inició un amago de combate a las 3.30 pm. en esa zona, aunque no comprometió al grueso del ejército aliado, pronto cundió la dispersión y deserción de las columnas bolivianas[1], lo que también causó desaliento en parte de las tropas peruanas y algunas de éstas partieron hacia el norte, por el flanco derecho.

Con los siguientes números podríamos tener una mejor interpretación: De los 8,057 aliados en San Francisco al 19 de noviembre, quedaron en el campo de batalla 3,102, con el desbando se perdieron 5,955, de esos irían hacia Arica solo 903 hombres, el resto desertaron (Congrains, 1972 p. 16). Con el ejército restante el general Buendía se retiró hacia un lugar cercano, Coruña.

Los chilenos, que esperaban el ataque aliado el día 20 observaron que las tropas peruanas se habían retirado, pero quedaron inactivos durante 4 días en sus posiciones, por razones desconocidas (Caivano, 1882)

Mientras, el ejército de Buendía que pretendía dirigirse hacía Arica[2], por último, marcha hacia Tarapacá[3], llegando el 22 donde descansa, se aprovisiona de víveres y agua y el día 25 inicia su marcha hacía Arica por escalones. Iniciando el despliegue hacia Pachica con 2 divisiones con 1400 hombres. Así mismo el día 26 llega el coronel De los Ríos procedente de Iquique[4] con una columna de 900 hombres, después de una marcha forzada de seis días.  A todo esto, era tal la situación que vivía el ejército peruano que el comando no había dispuesto vigilancia alguna.

Mientras que en el lado chileno el comandante Vergara, secretario del General Erasmo Escala, le pidió un contingente de exploración para observar a las tropas peruanas. Vergara se adelanta y observa la concentración de tropas peruanas, por lo que solicita apoyo a Escala, éste le envía al coronel Luis Arteaga con 3,900 hombres, incluyendo caballería y ocho cañones (algunos Krupp).

Al observar a los peruanos al fondo de la quebrada y la información de arrieros infiltrados, se dieron cuenta que estaban en un lamentable estado físico, con las ropas raídas, sin zapatos, algunos. Por esta razón, Arteaga pensó que era suficiente “rodearlos para hacerlos prisioneros”, ya que estaban, según Basadre, en “un ataúd de piedra”. Prácticamente las tropas peruanas estaban en un foso donde podían ser fusilados a mansalva. Para llevar a cabo su plan, Arteaga separó sus tropas en tres columnas, una con el comandante Santa Cruz, la segunda con el comandante Ramírez y la tercera bajo su mando. Formaciones que deberían penetrar las quebradas que accedían a la aldea de Tarapacá en la madrugaba del 27 (Dellepiani, 1965 pp. 151-153).


Arrieros peruanos dieron cuenta a las 9 am que los chilenos estaban en los cerros. Cáceres sin esperar ninguna orden dispuso que el Zepita y Dos de Mayo en forma ordenada y sin disparar treparan las laderas hasta llegar a las cumbres lo hicieran, cansados, con poco alimento y mal vestidos, produciéndose un encarnizado combate, cuerpo a cuerpo, capturando piezas de artillería. En forma simultánea Belisario Suarez ordenó a Castañón, Bolognesi, De los Ríos y Bolognesi, cubrir con sus tropas las líneas de aproximación de enemigo. La respuesta fue tan rápida y eficiente de tal modo que la sorpresa fue para los chilenos, produciéndose un combate generalizado de 10 horas. Muchos soldados se inmortalizaron en esta desigual pelea, entre ellos los coroneles De los Ríos y  Manuel Suarez, así como el Comandante Zubiaga.

 

Hubo momentos de tregua, por lo que se considera que hubo tres fases en este encuentro, apoyándose entre los cuerpos por la falta de munición y perdida de hombres, que fue mayor en los hombres de Cáceres. La Columna del chileno Ramírez fue la que llegó a la aldea misma, por lo que Bolognesi regresó de los cerros a defender la plaza junto con un contingente de policías de Arequipa. Ramírez es rechazado y también tiene que retirarse y muere[5] durante su acción. Es en esa retirada que el soldado Mariano de los Santos arrebata el gallardete insignia de 2do Regimiento de línea

A la 4 pm llegaron los refuerzos de Pachica, a quienes le habían enviado temprano un mensajero para que regrese a Tarapacá. Con estas fuerzas los chilenos comienzan a huir dejando equipos, armas, cañones y hasta su ropa. La persecución a bayoneta se efectuó hasta las 7 pm, la batalla había durado cerca de 12 horas (Dellepiani, 1965 p. 156)

Agrega también Dellepiani que participó en esta batalla la columna Loa, llegada de Iquique compuesto por 226 bolivianos reclutados en Iquique y en la región salitrera del departamento de Tarapacá, y que estuvo a la altura de su deber (p. 166).

Como es de conocimiento general no se pudo eliminar al todo el contingente chileno por la falta de caballería y municiones, los 8 cañones capturados tuvieron que ser enterrados por falta de mulos (Vargas, 1984 p. 67)

Me emociona el hecho que participaron, soldados. marinos, artilleros sin cañones, bolivianos reclutados que vivían en el Perú (Iquique), campesinos reclutados por Alfonso Ugarte, que pese a las serias dificultades que tenían lograron una victoria que no se esperaba gracias a la buena conducción de sus jefes y del amor patriótico de ellos. Ese día todos fueron INFANTES. Lo que trae de recuerdo nuestro primer año de cadete en la Escuela Militar de Chorrillos, donde todos éramos soldados de infantería.

Fue la única victoria que tuvimos en la guerra, y que no cambiaría el contexto de ésta, pues las necesidades eran las mismas y las tropas enemigas eran superiores en cantidad, lo que quedaba era marchar hacía Arica para integrarse al resto de la fuerza 

 

 [1] Tropas bolivianas desalentadas ante la deserción de Hilarión Daza, que gritaban “hacia Oruro”

 [2] Según Dellepiane, la noche del 19 al 20 el ejército peruano se perdió en los arenales por la "camanchaca" y estuvo dando vueltas (p. 124), por lo que tomaron el camino a Tarapacá en muy malas condiciones físicas, sin vestido, municiones ni víveres. La artillería tuvo que clavar sus cañones por la muerte del ganado.

 [3] Tarapacá era una pequeña localidad en un valle estrecho rodeado de cerros, cuya mayor anchura era de 1 km.

 [4] Iquique quedó desguarnecido y lo chilenos la tomaron en forma rápida sin enfrentamientos, por la mediación de los cónsules extranjeros. El mismo día 26 el presidente Prado se embarcó en Arica para dirigirse al Callao y poco después al extranjero. Regresó al Perú al término de la guerra.

[5] Eleuterio Ramírez es considerado héroe en Chile por ser el primer oficial de alta graduación que murió en combate. Al termino de la batalla el comandante Vergara, secretario de Escala, se fue al retiro y renunció a la guerra. El coronel Arteaga como General participó en la ocupación de Lima. El general Erasmo Escala también fue obligado a renunciar por desavenencias con el ministro de Guerra. Fue remplazado por el general Manuel Baquedano.

 

BIBLIOGRAFÍA:

BASADRE, J ( ) Historia de la República del Perú. Tomo IX. Editorial El Comercio

CAIVANO, T (1882) Historia de la guerra de América entre Bolivia, Chile y Perú. Tipografía dell'arte della stampa. Florencia.

CONGRAINS, E (1972) Primeros Enfrentamientos: Pisagua, San Francisco, Tarapacá. Editorial ECOMA

DELLEPIANI, C (1965) Historia Militar del Perú. Tomo 2. Ministerio de Guerra . Perú

VARGAS U,  (1984) Historia General del Perú. Tomo X Editorial Milla Bartres. España

 

 

 

 

 

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