JOSE DE LA RIVA AGÜERO. LUCES Y SOMBRAS. I


 Por: César Huertas

Como todo hombre que ha marcado huella en la Historia del Perú, José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete, primer presidente del Perú [1] en 1823, tiene sus luces y sombras. Pero es un hombre importante en los sucesos dramáticos de la construcción del nuevo Estado, ya que fue testigo de excepción de muchos eventos hasta 1858.

Me pregunto ¿Por qué no fue el O’Higgins en la fundación y construcción del nuevo Perú? ¿Por qué fuimos gobernados por “extranjeros” inicialmente?

Intentaremos dar algunas respuestas a través del presente post.

El personaje del cual nos ocuparemos es quizás uno de los hombres más polémicos y controversiales al inicio de la república, enmarcado ésta en una situación sumamente compleja como fue el proceso de independencia del Perú.  

Como es de conocimiento general, Riva Agüero fue un aristócrata noble criollo, hijo de un español noble y una criolla también con blasones, emparentado con buena parte aristocrática tanto en Perú como en España, por lo que era lógico de pensar que era fidelista al Rey y su corte. Además de ser una persona ilustrada con conocimiento de idiomas.

Recordaran en otros posts que, mediante la reforma de los borbones, se comenzó a quitar poder a los criollos acaudalados, particularmente en los nombramientos administrativos, razón por la cual se fue generando en Riva Agüero  una distancia y rechazo del gobierno virreinal. Estando en Europa, en 1808, ya había redactado un plan para independizar América del Sur, que lo entregó al gobierno británico. A diferencia de otros contemporáneos criollos no predicaba una reforma sino la independencia del Imperio.

Así pues, conforme se iban desarrollando los sucesos separatistas en otras ciudades de América, comenzó a conformar clubes secretos en Lima donde reclutaba individuos de todas las clases sociales, en dichos clubes se conversaba sobre el separatismo de la metrópoli (Hernández, 2019 p. 37).

Al poco tiempo tuvo una red de espías, mantenía una vasta red de conspiradores, internos y externos del virreinato, además había fundado logias y sociedades secretas (Montoya & Paredes, 2018)

Fue acumulando información que sería de gran utilidad para cuando llegara San Martín, que mediante cartas la trasmitía a través de Monteagudo y García del Río, hombres muy cercanos a San Martín.  Además, formulaba cartas y escritos con seudónimos, uno de ellos, “Las 28 Causas” (1818), publicación efectuada en Buenos Aires, donde justificaba por qué independizarse de España, libro pequeño que tuvo gran difusión.

Por otro lado, Fernando de Abascal y después Pezuela también tenían una red de delatores en Lima, por lo que en dos oportunidades Riva Agüero fue a parar a una cárcel de Tarma y otra en el Callao donde estuvo a punto de ser fusilado, si no fuese por la amnistía que se dio con la Constitución de Cádiz en 1812.

En cada oportunidad que era sorprendido o apresado sacaba a relucir el abolengo que tenía y alegaba todo lo que iba a perder si llegaban a invadir las huestes de San Martín, además tenía un magnífico y notorio abogado, Manuel Pérez de Tudela [2] (Hernández, 2019 p. 38)

Fue uno de los pocos nobles limeños que se comprometió con la independencia y el primero en ser separatista, aunque en su idea primaba la de una monarquía constitucional, manteniendo siempre distancia de la plebe y la ignorancia de gente poco edificante.

No obstante, después de haber desplegado durante años una labor patriótica en función de la llegada de San Martín, Riva Agüero se sintió desplazado e insatisfecho al asumir San Martín el Protectorado del Perú [3], dado que, pese al acuerdo suscrito entre Provincias Unidas (Argentina) y Chile para la acción del Ejército Libertador del Perú, San Martín se había ungido como gobernante. El acuerdo claramente establecía que el Ejército Libertador no debería asumir algún tipo de gobierno o administración.

Riva Agüero fue nombrado por San Martín presidente (prefecto) de Lima (3 ago 1821) y dentro del Ejecutivo sólo estaba Hipólito Unanue, todos los demás miembros de la administración del nuevo país eran foráneos o “extranjeros”.

Como sabemos el Protectorado duró poco (1 año). La historiadora Elizabeth Hernández considera tres desaciertos de ese gobierno: Malos nombramientos de jefes militares por la derrota de Macacona (Ica) en abril 1822 [4], persecución de españoles (despojándolos de sus bienes), y la acción pérfida de Bernardo Monteagudo (Hernández, 2019 p. 86)

Durante la ausencia de San Martín para su entrevista con Bolívar, Riva Agüero maquinó un levantamiento popular contra Monteagudo, a quien lo expulsaron del país con el consentimiento de Torre Tagle, encargado del gobierno. San Martín, a su regreso renunció al Protectorado ante el Congreso Constituyente recién instalado (1822).

Luego de la partida de San Martín, el Congreso cometió el error en dividirse en Junta Gubernativa conformada por La Mar, quién la presidía, Salazar y Baquíjano y Antonio Alvarado (Junta que, cumplido su cometido podían volver al seno del Congreso) y el Poder Legislativo, todo ello en plena guerra contra los realistas. (Basadre, 2014 p. 45)

La Junta Gubernativa, continuando con la estrategia efectuada por San Martín, envió un fuerte contingente de tropas en buques para desembarcar en Arica (1ª Expedición de Puertos Intermedios) al mando del Gral. rioplatense Alvarado, quien es derrotado por los realistas en Torata y Moquegua.

Al conocerse la noticia en Lima hubo una conmoción en la ciudadanía, creándose un caos y desconcierto ante la superioridad de las fuerzas realistas tanto en el centro como en el sur del país. Por lo que se culpó a la Junta Gubernativa del mal manejo administrativo y militar.

Santa Cruz y otros militares reunidos en Balconcillo realizaron un golpe de Estado al Congreso, en contra de la Junta Gubernativa, obligándoles a que acepten como Presidente a Riva Agüero, el cual es admitido a regañadientes por la demostración de fuerza tanto del populacho como del ejército (23 febrero 1823), siendo ascendido a los 4 días por el Congreso a Gran Mariscal de los Ejércitos [5] (Hernández, 2019 p. 95)

Algunos historiadores llaman a este capítulo de nuestra historia como “la nacionalización de la independencia”, en vista que Riva Agüero era el primer peruano que asumía la Presidencia.

A pesar del poco tiempo de su gobierno hizo una buena labor administrativa, pero al igual que la Junta de Gobierno, también fracasó en las acciones militares [6]. Siguiendo la misma estrategia anterior envió la 2da Expedición de Puertos Intermedios (mayo 1823), esta vez bajo el mando de Santa Cruz y Gamarra como su segundo, algo de 5000 hombres.

No obstante haber llegado hasta el Alto Perú, las tropas, peruanas en su mayoría, confrontaron con las tropas realistas de Valdez en Zepita (25 agosto 1823), con un resultado incierto inicialmente que luego se transformaría en una persecución de los realistas a las tropas de Santa Cruz, que fueron desertando y dejando equipo abandonado [7]. Fue un desastre esta campaña y una gran pérdida en hombres y equipo para el ejército patriota

 

[1] Fue impuesto por la Junta de jefes militares al Congreso, mediante el Golpe de Balconcillo, impulsado por Santa Cruz, Gamarra, Eléspuru. La Mar el presidente de la Junta Gubernativa y miembro del Congreso Constituyente, fue tomado preso en su domicilio.

[2] Pérez de Tudela, prócer de la independencia, ariqueño que redactó el Acta de Declaración de la Independencia del Perú el 15 de julio de 1821, miembro de la primera Asamblea Constituyente y un gran impulsor de las ideas republicanas a la par de Sánchez Carrión

[3] Riva Agüero se consideraba de la misma talla de San Martín, a través de sus comunicaciones revelaba que era él quien ordenaba en Lima.

[4] La Batalla de Macacona (hacienda en  Ica), fue la primera intervención de tropas peruanas, al mando del General Domingo Tristán y el Coronel Agustín Gamarra. Fue un desastre, emboscada de Canterac, que ocasionó severas bajas al ejército patriota. Tristán no era militar de carrera, no fue condenado por sus relaciones, pero nunca más tuvo mando militar y Gamarra se salvó de ser fusilado. La bandera de guerra peruana se halla en el Alcázar de Toledo como trofeo de guerra.

[5] Riva Agüero no era militar de carrera, no había peleado en batalla alguna, había sido Coronel de milicias, durante un tiempo. Se le dio el grado para que los demás militares se subordinen, el efecto fue adverso posteriormente.

[6] El plan de campaña no era fácil toda vez que tenían que participar fuerzas de Colombia, Chile y Buenos Aires (que no lo hicieron); toda esta combinación de fuerzas y estrategia requería de un hombre dotado y capaz. (Basadre, 2014, p. 63).

[7] Las fuerzas peruanas con algunas fuerzas auxiliares extranjeras eran en un número mayor que las fuerzas realistas de Valdez, sin embargo, fueron derrotadas al final de la Batalla de Zepita; lo que se inició con una inicial victoria de las tropas peruanas, por falta de coordinación con Gamarra, terminó en un perseguimiento de las tropas de Santa Cruz hasta que los remanentes se embarquen hacia Lima (de 5000 hombres quedaron 700). Los españoles le pusieron de sobrenombre “La Campaña del talón”.

 

BIBLIOGRAFIA

Basadre, J. (2014). Historia de la República del Perú [1821-1933]. 1, 84–185.

Hernández, E. (2019). Jose de la Rivera Agüero y Sanchez Boquete (I. R. Agüero, Ed.; primera). Fondo Editorial del Congreso.

Montoya, G., & Paredes, J. (2018). ¿Peruanizar la Independencia? El golpe de estado de Riva Agüero. Historia y Cultura, 29, 155–201.

 

 

 

 

 


Comentarios

Entradas más populares de este blog

LA ANARQUÍA MILITAR

EL ESCÁNDALO DEL PRESIDENTE RUFINO ECHENIQUE

LA GUERRA CORTA ENTRE PERÚ Y BOLIVIA