INTELECTUALES E IDEOLOGOS DE LA INDEPENDENCIA

Por: César Huertas

Cuando tratamos nuestra Independencia solemos ocuparnos fundamentalmente de las acciones militares que marcaron de alguna forma los diferentes sucesos que llevaron a obtener la libertad del yugo hispano, pero no se nos ha enseñado la labor que realizaron los ideólogos que no vestían uniforme y que se los cataloga como los próceres de la independencia.

Comencemos por Juan Pablo Vizcardo Guzmán, arequipeño jesuita, que a los 20 años experimentó el destierro al ser expulsado con los demás jesuitas como parte de las medidas borbónicas, padeciendo las consecuencias del desarraigo de su país. En Italia comenzó su labor de agitación independentista, luego en Francia y en Inglaterra, donde fue bien acogido, proponiendo a los ingleses que le ayudaran a liberar a la América del Sur. No pudiendo concretarse, dejó escritos importantes, entre ellos “Carta a los españoles americanos”, que es una denuncia sobre los abusos de los hispanos y arenga a levantarse en armas como lo habían hecho América del Norte.

A su muerte, a fines del siglo XVIII, ese grito de libertad olvidado es tomado por Francisco Miranda en agosto de 1806 en su desembarco en Coro, Venezuela y luego esa carta llega a todos los rincones de sud américa.

En diferentes Congresos de Historia en América del Sur se le considera como el ideólogo precursor en estas latitudes.

La desgarradora muerte de Tupac Amaru II produjo en el ámbito intelectual del Perú una fuerte sensibilidad frente a lo que comenzaron a entender como país. Aparece, el Mercurio Peruano, un periódico bisemanal, donde se publicaban columnas liberales con seudónimos para no ser identificados los autores.

Hay, pues un quiebre cultural entre los criollos, ya que surge una visión crítica frente al régimen monárquico conjugado con un amor al país y también se creó la Sociedad de Amantes del país. Entre estos intelectuales Baquíjano y Carrillo, limeño acaudalado, es recordado por su elogio al Virrey Jauregui, por su llegada al Perú, acto que se realizaba tradicionalmente en los claustros de la Universidad de San Marcos. Pues, si bien siguió el libreto protocolar al nuevo Virrey, surgió en su alocución reclamos sobre el maltrato que sufrían los peruanos.

Otro notable hombre, Hipólito Unanue, prestigioso médico ariqueño, hombre de confianza del Virrey Abascal y de Pezuela, aunque con algunas críticas de algunos autores, pudo obtener de esas autoridades recursos y medios que mejoraban notablemente la situación del país, como el anfiteatro anatómico de la Universidad de San Marcos y otras obras científicas.

Toribio Rodríguez de Mendoza, profesor chachapoyano, cuyo proyecto educativo transformó el Convictorio de San Carlos hasta 1818, y ya anciano vería el desempeño de sus estudiantes en altos cargos públicos. Entre ellos, el insigne Faustino Sánchez Carrión, el Solitario de Sayán.

Sánchez Carrión, trujillano, siguió las ideas liberales de su preceptor, en contra de las ideas monarquistas de San Martín. A fines del período del Virrey Abascal fue desterrado de Lima, refugiándose en Sayán. Fue miembro del primer Congreso Constituyente, posteriormente mano derecha de Bolívar, en asuntos de gobierno.

Lorenzo Vidaurre, jurista y político limeño, en 1809 publicó en Filadelfia Cartas americanas y Plan del Perú, donde narraba los problemas y vicios de la administración colonial y como solucionarlos, proponía reformas sustanciales para el bienestar de la población.

Todos ellos, salvo Vizcardo y Guzmán, no veían, inicialmente, una separación con los lazos de la metrópoli hispana, en esos momentos. Eran reformistas, después se incorporarían a la nueva república realizando una destacada labor. Son hombres que vivieron en una época represora como la de Abascal, vivían entre la espada y la pared, una palabra o acción mal interpretada podría ser el fin de su carrera o de su vida.  Vidaurre casi fue complicado con el levantamiento de los hermanos Angulo en la rebelión del Cusco en 1814, ya que él era el Oidor en esa Audiencia.

Así y todo, supieron crear un clima favorable para la nueva nación que se aproximaba. En todo caso no podemos juzgarlos con una visión del Siglo XXI, sino de acuerdo a la época que les tocó vivir.