EL ENCUENTRO DE CAJAMARCA.II


 Por: César Huertas

La entrevista en los Baños de Cunoc (Baños del Inca)

Habiendo Pizarro ocupado la ciudad de Cajamarca, envió 12 jinetes con Hernando de Soto al campamento de Atahualpa, poco después envío a 12 más, con Hernando Pizarro; cada grupo con intérpretes, Felipillo y Martinillo (1). Esta comitiva fue con la intención de invitar a Atahualpa a Cajamarca para la reunión con Pizarro.

Al primer cortejo, encabezado por Hernando de Soto, el Inca lo recibió en forma adusta y fría, sin dirigirle la palabra, según Jerez. En cambio, llegó el hermano de Pizarro, y a él si le contestó, probablemente hacía esa deferencia por el apellido Pizarro (Ferreiro Vázquez, 2013 p.101)

Veamos dos incidentes interesantes, narrado por los cronistas; el primero que Atahualpa les invitó a beber chicha, los castellanos inicialmente se negaron, pensando ser envenenados, luego simularon sorbos.

El segundo, más impresionante, al momento de despedirse, Hernando de Soto, montado en su caballo, comenzó a hacer cabriolas, que suscitó desconcierto entre algunos incas, Atahualpa imperturbable, inclusive se acercó tanto el caballo para intimidarlo, que su rebufo le levantó las borlas de la mascaypacha del Inca que ungía en su cabeza (Vega, 1963 p. 29)

Al retirarse los castellanos, los incas que se habían alterado por las cabriolas del caballo fueron inmediatamente degollados.

¿Por qué se sentía confiado Atahualpa y sus Generales frente al destacamento de hispanos e indígenas auxiliares?

Quizás el hecho que su ejército venía de ser victorioso en diferentes campañas del norte (Pasto), y seguían triunfantes frente a las fuerzas de Huáscar que eran más numerosas, por lo que había una sobreestimación de sus posibilidades frente a un número reducido de españoles.

Rumiñahui, general de Atahualpa, en concertación con éste había preparado una emboscada para cuando los hispanos saliesen huyendo de Cajamarca hacia la costa. Había apostado el día anterior unos 20000 hombres con boleadoras y pocas armas, esperaban capturar a los “ovejas grandes” con las boleadoras y tomarían presos a los castellanos.

La Captura

Llegó el fatídico día siguiente, 16 de noviembre de 1532, los castellanos escondidos y agazapados esperaban la llegada de Atahualpa, como éste no llegaba y ya atardecía se sintieron temerosos de un ataque nocturno (2)

Atahualpa llegó con una comitiva, sin armas, dejó a gran parte de sus soldados en el campamento. Al llegar a la plaza la vio desolada, presumía que se habían acobardado y le temían. Luego viene la clásica intervención del cura Valverde (3) y Hernando Pizarro, que todos conocemos, donde le hicieron un requerimiento al Inca, pidiendole convertirse al cristianismo, obediencia al Papa y ser vasallo del Rey de España (Carducci, 2015 p. 109).

Al caerse la famosa biblia que llevaba el cura en la mano, dio la voz de alerta y comenzó una masacre tanto por los cañones como la caballería hispana. Atahualpa fue capturado.

Rumiñahui que esperaba en las afueras de Cajamarca para la emboscada, al escuchar el tronar de los cañones y los quejidos de los que fugaban decidió marchar hacia Quito [4], pensando que el Inca había muerto.

Este nefasto día se inició la dominación del imperio incaico y el encuentro de dos culturas, donde una de ellas somete a la otra.

Atahualpa cuñado de Pizarro

Pocos saben que Atahualpa estuvo detenido cerca de 8 meses. Vivía con sus comodidades, tipo cárcel dorada actual. Continuaba con su harem, visitas, partidos de ajedrez con Hernando de Soto, con quien hizo amistad, recibía a sus generales, etc.

El Inca suponía que no lo ejecutarían, ofreció a su hermana como esposa de Pizarro. El sentía que con esta acción tendría una consanguinidad con Pizarro, parientes en realidad, según la usanza incaica. En cambio, es posible que Pizarro dijera una mujer más de todas de las que le habían entregado los diferentes curacas enemigos de Atahualpa.

Asimismo, el Inca ofreció oro y plata para su rescate y salvar su vida, lo que fue aceptado por Pizarro. Se envió a recoger oro y plata de diferentes partes del Imperio que demoro un tiempo [5].

Atahualpa mandó llamar también a Calcuchimac, general que había combatido en forma victoriosa frente a Huáscar, y éste acudió al llamado sabiendo que podía ser ejecutado (6).

Un personaje llegó a Cajamarca, meses después de la captura de Atahualpa, es Diego de Almagro con su gente, quien no recibió ni un centavo de recompensa por haber llegado después de la captura del Inca.

El famoso Felipillo, aprovechando el cautiverio de Atahualpa, tomó a una bella mujer de Atahualpa, según los cronistas. Éste montó en furia al saber que un runa lacayo estaba con una de sus favoritas (Vega, 1963 p. 44).

Después de reunido el inmenso tesoro, y luego de discusiones entre los hispanos, Pizarro decidió la muerte de Atahualpa, bajo las acusaciones de haber matado a su hermano Huáscar y fomentar una sublevación de los Incas a través de sus generales (7). Y si a ello sumamos las intenciones de Almagro y las traducciones sesgadas de Felipillo, quién sabía que si Atahualpa no moría lo iba a desollar vivo, todo quedó consumado.

 El epílogo de Atahualpa

Al final, Pizarro repartió el rescate entre los conquistadores, en proporciones diferentes si eran hidalgos, capitanes o soldados.  Un ejemplo de ello lo tenemos en Ginés de Carranza, quien tomo parte del tesoro del cuarto de rescate, equivalente a 362 marcos de plata y 8,880 pesos de oro (Lockhart en Cuevas p. 273). Algunos de ellos como Ginés regresaron a España después de Cajamarca con su alijo, donde pudieron conseguir una vida holgada, reconocimiento social y llegar a ser autoridades (Cuevas Góngora, 2013 p. 281).

Según Carducci, hubo una fuerte reacción crítica de los observadores contemporáneos por la ejecución de Atahualpa, incluso por el mismo Emperador Carlos V, el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo, el obispo Bartolomé de las Casas, el jurista Francisco de Vitoria (Carducci, 2015 p. 54).

Este asesinato permaneció en la memoria de los pueblos andinos. Para concluir, deseo transcribir una cita directa del historiador español Oscar Ferreiro, sobre la muerte injusta del Inca, que nos permita reflexionar.

“¿Cómo se le dice al hijo de un Dios que su padre es un fraude? ¿Por qué un emperador debería de obedecer a un capitán? ¿Con qué imprudencia se pretende la conversión de un reino en un solo acto?” (Ferreiro Vázquez, 2013 p. 111).

 

(1)     Felipillo era de clase baja, aprendió el castellano durante 7 meses en Sevilla, mientras que Martinillo era un noble tallán.

(2)     Pedro Pizarro narran que los castellanos sentían terror que fuesen atacados por las numerosas tropas de Atahualpa, tanto la noche anterior, como ese atardecer, ignorando que los incas no realizaban combates nocturnos.

(3)     Valverde tuvo una muerte cruel, ocurrió durante su retorno a Castilla, el barco naufragó cerca de la Isla Puna y fue reconocido por los lugareños.

(4)     Rumiñahui, fogoso plebeyo que había llegado a General, se adueño de Quito, resistió a los conquistadores hasta 1535, derrotado fue quemado.

(5)     Se recolectó oro y plata del Cusco, Pachacamac, Cunoc, Huamachuco.

(6)     Calcuchimac encontraría la muerte en la hoguera, durante la travesía de los hispanos hacía el Cusco, acusándolo de fomentar rebeliones.

(7)     Las tropas de Atahualpa no atacaban Cajamarca porque temían la muerte de su Sapa Inca.

 

BIBLIOGRAFÍA:

Carducci, L. G. C. (2015). Imágenes de la conquista: el encuentro de Cajamarca en Crónica de la Conquista del Perú y en Verdadera Relación de la Conquista del Perú. Confluenze, 7(1), 51–67.

Cuevas Góngora, D. (2013). El Testamento De Un Conquistador Del Perú: Ginés De Carranza. Historia, 35, 271–281. http://150.214.40.138/index.php/baetica/article/view/67

Ferreiro Vázquez, Ó. (2013). El destino del Tahuantinsuyo en manos de un intérprete. Mutatis Mutandis, 6(1), 96–112.

Vega, J. J. (1963). La guerra de los viracochas (Populibros peruanos SA (ed.)).

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